Cuando observamos un ojo traumatizado abierto, la posibilidad o no de existir un cuerpo extraño intraocular(IOFB) debe ser confirmada. La TAC es el examen más fiable para encontrar un cuerpo extraño intraocular. Siempre que hay contradicción entre la historia clínica y las imágenes obtenidas es más sensato asumir la presencia de un IOFB y actuar en conformidad.
Un cuerpo extraño intraocular debe, generalmente, ser removido. Implica un riesgo de endoftalmitis, especialmente en al medio rural, donde hay la posibilidad del suelo estar contaminado. El momento de la intervención debe ser basado en la constitución química del IOFB, bien como en los hallazgos oculares y en el estado general del paciente.
Un IOFB puede estar asociado con una toxicidad especifica y puede provocar una inflamación intraocular aguda del tipo endoftalmitis, que puede conducir a pierda de visión. Debe ser, por eso, removido lo más temprano posible. La retención de un cuerpo extraño intraocular de cobre puede provocar un cuadro clínico de calcosis que es caracterizado por uveítis crónica, glaucoma, descoloración verde de iris, un anillo de Kayser-Fleisher y catarata en girasol. La retención de un cuerpo extraño intraocular de cobre puede provocar un cuadro clínico de calcosis que es caracterizado por uveítis crónica, glaucoma, descoloración verde de iris, un anillo de Kayser-Fleisher y catarata en girasol. Un IOFB de hierro también puede causar toxicidad. Las manifestaciones en la fase aguda son raras pero su permanencia en el ojo puede provocar depósitos endoteliales marrones, descoloración marrón de iris, catarata, glaucoma, degeneración pigmentaria de retina y edema del disco óptico, que son características de siderosis.