Una de las enfermedades retinotóxicas más importantes es causada por el uso prolongado de cloroquina (QC) o hidroxicloroquina (HCQ) que causa la degeneración del epitelio pigmentario de la retina y de la retina neurosensorial. Estos medicamentos se usan para tratar el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoide y otras conectivitis. El uso de hidroxicloroquina ha aumentado notablemente porque se ha convertido en un medicamento de primera línea para algunas conectivitis.
Las altas dosis y la larga duración del uso de estos medicamentos son los factores de riesgo más importantes. Otros factores de riesgo importantes son el uso concomitante de tamoxifeno y enfermedad renal. El examen oftalmológico es importante durante el tratamiento para la detección temprana de alteraciones subclínicas que pueden ser reversibles.
Los pacientes en tratamiento o previamente tratados con HCQ deben realizar campos visuales automatizados (10-2), autofluorescencia de fondo y tomografía de coherencia óptica para rastrear la toxicidad macular. Se producen alteraciones tempranas en el electrorretinograma multifocal en ausencia de síntomas o signos clínicos de toxicidad retiniana. Sin embargo, el primer signo de toxicidad, que puede ocurrir antes del desarrollo de cualquier alteración oftalmoscópica (pérdida del reflejo foveal y pigmentación macular anormal) o anomalía electrofisiológica, es la pérdida del campo visual paracentral. Los hallazgos posteriores incluyen alteraciones en la retina (maculopatía en “ojo de buey”), pérdida de la visión del color, escotoma absoluto y disminución de la visión.